Para que en el momento de comer u ofrecer nuestras galletas caseras estén como recién hechas, debemos conservarlas en una caja de lata, en una caja de cartón (como las que nos ponen en las pastelerías al comprar pastas de té) o en un plato. Lo que nunca podemos hacer el meterlas en un tuper ni en una bolsa ya que se quedarían blandas y perderían la consistencia.
Otra cosa que debemos tener en cuenta es que a la hora de hornear siempre se van a tostar más las del fondo del horno que las que están en la puerta, debido a que en el fondo se mantiene más el calor. Con las galletas que no llevan levadura podemos hacer una pequeña trampa para que nos queden todas igual: por ejemplo si las galletas las horneamos 10 minutos y a los 8 minutos las de dentro ya están doradas podemos abrir el horno y darle la vuelta a la bandeja para que terminen su horneado tostándose un poquito más.
Otro consejo es que si vamos a utilizar diferentes tamaños de cortadores, las galletas grandes se hornearán con grandes y las pequeñas con pequeñas. Si no lo hacemos así las pequeñas estarán demasiado hechas y las grandes crudas.
Los tiempos de horneado varían por ello del tamaño de las galletas y de cuanto de tostadas nos gusten.
Espero que disfrutéis de unas galletas perfectas.
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